Articulo de opinion de D. Francisco Hervás Maldonado Coronel Médico en la reserva
Adiós, señor Rajoy.
Vaya por delante todo mi respeto y reconocimiento hacia su persona, que lo cortés no quita lo valiente. Estoy convencido de que obra y ha obrado de buena fe, pero igualmente estoy convencido de que muy pronto vamos a asistir al final de su época al frente del partido Popular. Y ello por muy diversas razones, que confluyen todas en una gravísima: su indecisión. La inseguridad, indecisión y falta de arrojo es un lujo que cualquier líder político no puede permitirse, máxime cuando los electores le han otorgado una amplísima mayoría absoluta. Es un error de libro, monumental.
Mire usted, verdad es que no ha cumplido su programa, aunque igualmente verdad es que querría haberlo hecho. Pero lo peor de este asunto no es eso, sino lo muchísimo que ha dejado de hacer. Apenas si ha limpiado la casa de corrupción, se ha echado en manos de la oposición y no ha vaciado la administración de asesores, políticos de toda índole, empresas injustificables y acólitos diversos bien pagados sin función clara. Su gobierno ha sido en un altísimo grado continuista con el del señor Zapatero. Para eso no le votó su electorado. Al menos podría haber adelgazado (y mucho) la cosa gestora pública.
Su debilidad ha sido aprovechada por los nacionalismos para sacarle los cuartos (y más que se los van a sacar), con perjuicio del resto de los españoles. Eso no se puede consentir. Ni eso ni las amenazas ridículas de quien más parece un loco suelto que un gobernante autonómico. Y como un loco hace a ciento, la locura crece y se contagia en el suyo y en otros territorios. Eso solo se combate con firmeza y energía: no hay otra manera. Ahora bien, ¿hay tiempo todavía para hacerlo? Yo creo que no. Ha metido usted la pata con sus dudas. No se puede ser un político diletante cuando se gobierna el estado. España no puede soportar dos novatos seguidos: el señor Zapatero y usted. Bien, pues si no están preparados, váyanse y dejen paso a otros que, sin duda, lo estarán. Ustedes nos han trasladado del siglo XXI al XI, el siglo de las primeras taifas, donde había treinta y dos gobiernos en España. Esto es gravísimo, porque afecta muy seriamente a nuestras vidas diarias, mientras una élite – un tanto atocinada, pero pícara al fin y al cabo – se hincha a ganar dinero con el esfuerzo del prójimo, y entretanto ustedes discuten si son galgos o podencos.
Pero es que, de paso, se ha cargado su propio partido, el PP. Hay gente magnífica en el mismo, pero la pérdida de dos millones y medio de votos no ha sido usted capaz de asumirla, de manera que la sangría progresará hasta tanto no de usted un serio golpe de timón que enderece el rumbo de su grupo. No vale cualquier cosa. No vale la tímida mejora económica, que no llega a los ciudadanos medios, sino solo a los muy ricos o muy pobres, quienes son la inmensa minoría. Es de cajón cuidar las clases medias si se quiere permanecer en el poder. Y usted no lo ha hecho ni lo hace. Es esencial mimar al funcionariado, que genera – entre unas y otras cosas, directa e indirectamente – unos cinco millones de votos, pero ustedes lo han despreciado abiertamente, abusando claramente de su estatus, suprimiéndoles una paga extraordinaria y congelándoles el sueldo, bajando la oferta de empleo público y no renovando las bajas por jubilación. Eso sí, los asesores y demás gentes de etiología confusa no solo no han desaparecido sino que – en muchos casos – se han incrementado incluso.
No ha cuidado la granja. Citaré dos ejemplos. La Comunidad de Madrid es muy probable que la pierdan. El señor Ignacio González ha pegado un patinazo de libro en un tema especialmente delicado: la sanidad. Le encargó su reforma a alguien poco capacitado al efecto – independientemente de su buena voluntad – y las decisiones en sanidad no se imponen a los sanitarios, sino que se pactan con ellos, puesto que son precisamente los sanitarios quienes más saben de sanidad. Eso hizo que rectificase, eligiendo un sanitario como nuevo consejero de sanidad. Pero tarde, como siempre, después de una cantada de demasiados meses. Me da la impresión que la Comunidad de Madrid la tienen ya perdida para las próximas elecciones, pues no hay tiempo material para rectificar una política tan disparatada en ese y otros terrenos, donde afortunadamente los patinazos no han sido tan sonados (Telemadrid, carreteras, etc.). El otro ejemplo es la Alcaldía de Madrid, con una persona bisoña, de buenísima voluntad, pero que la engañan por todas partes. El escándalo del Madrid Arena, donde se vio que no se vigilaba con el celo debido en los temas de reuniones masivas, la lamentable presentación de la candidatura del Madrid Olímpico y, recientemente, el tufillo de los nuevos parquímetros que son completamente innecesarios (¿cuánto cuestan?), puesto que los antiguos eran más que suficientes. Los nuevos coches en donde no caben los policías municipales de Madrid, la barbaridad de asesores, la escalofriante deuda heredada (y como premio, un ministerio al endeudador)… Prefiero no seguir, pues hay muchísimo más. El ayuntamiento de Madrid lo tienen perdido con esta alcaldesa, no les quepa ninguna duda.
En fin, señor Rajoy, váyase o se romperá el partido, pues no le vemos capaz de poner ese orden que tanta falta hace en el mismo. Me recuerda usted a la UCD en su etapa final: esto va a estallar y hasta que se reorganice un nuevo partido de centro derecha, pasará bastante tiempo. Mucho me temo que tenemos socialistas para rato, con todos mis respetos a los mismos. Eso sí, siempre que no se alíen con gamberros disfrazados de políticos. En tal caso… ¡apaga y vámonos!
Aunque en el fondo da igual. Ustedes no vuelven a ganar una elección en España hasta que las ranas críen pelos, señor Rajoy. No tienen tiempo para recuperarse, han perdido un tiempo hermoso entre dudas e indecisiones. Y, sobre todo, no han limpiado la casa. Lleva dos millones y medio de votos perdidos. Espabílese ya o perderá otro tanto antes de un año. Vamos, creo que eso lo ven hasta los ciegos.
Francisco Hervás Maldonado Coronel Médico en la reserva