En su Catilinaria (1.1.2), Cicerón reprocha al malvado Catilina, quien incluso había intentado matarle, su inmoralidad de costumbres; así como al Senado, el que mirase para otro lado, consintiendo en el estado de corrupción tan tremendo en que se vivía entonces. Bien, pues la historia se repite una y otra vez, machaconamente y sin apenas periodos de honradez.
Y esto es lo que está pasando en Cataluña, una huida hacia delante. Pero no es una huida espontánea, no. Está planificada y muy bien planificada desde hace muchos años. El lavado de cerebro de los escolares, la situación de privilegio económico, mantenida por el Estado, y el incesante expolio de recursos financieros por parte de sus políticos, así lo atestiguan. Hasta llegar al loco de Artur Mas, quien no contento con la mangancia estándar, decide incrementar el saqueo al resto de los españoles. Naturalmente, esto no habría sucedido sin un consentimiento previo de los últimos Presidentes del Gobierno de España. Y sucede lo que tenía que suceder: la confrontación provocada por una agrupación Nazi y compinches con el resto de las fuerzas políticas catalanas. Merced a una ley electoral mal hecha, gracias al arte de birli birloque se hacen con el poder, mienten a todo el mundo y declaran que pasan del resto del orbe y que van a ser independientes. Siendo minoría, mintiendo más que hablando y, en definitiva, destrozando la convivencia en Cataluña y de Cataluña con el resto de España.
Nuestro “valeroso” Presidente del Gobierno, tras consultar con su almohada durante nada más que cuatro años, tras dejar hacer y soltar la guita día tras día a esa panda de golfos, al fin se decide a actuar. Probablemente se lo haya ordenado Madam Merkel. Ojalá y me equivoque, pero esto no tiene buena pinta. Mucho me temo que nos esperan unos meses de alborotos en Cataluña, Mucho me temo que habrá que encarcelar a más de uno. Mucho me temo que nuestra economía se va a resentir y, sobre todo, mucho me temo que acabaremos en un estado federal. Y si las autonomías, que poseen cierto control del estado, son carísimas, no quiero ni pensar lo que costará un estado federal en el que todo bicho viviente tendrá derecho a establecerse por su cuenta, como en la primera república. Me sucede un poco lo que a aquél médico que fue a reconocer a un paciente encamado. Tras tomarle el pulso y mirarle el ojo dijo, así como quien no quiere la cosa: “la color no es buena”. Por no decir que el paciente estaba frío y duro como una tabla, en pleno rigor mortis, pues era cadáver desde hacía varias horas.
Secularmente, cada cierto número de años, en España nos damos de mamporros. Ha habido siglos más tranquilos, como el XVII y más agitados, como el XIX, donde no hubo más de cinco años seguidos sin guerras o conflictos de todo tipo. Más recientemente, en el XX, los enfrentamientos fueron la norma hasta 1939. Pero luego, desde 1968, ya empezaron la ETA y fecasímiles a dar la matraca, matando, atracando, etc. Parecía que con la llegada d la democracia eso se iba a parar, pero no, de ninguna manera. ETA, GRAPO, etc., siguieron extorsionando y asesinando hasta prácticamente anteayer. Y ahora vuelven a la carga la banda nazi-catalana y sus engañados seguidores. Vamos, que no ha maner de vivir en paz en este país.
Por eso, yo le pediría, le rogaría, a nuestros políticos actuales y venideros que se atuviesen al siguiente decálogo:
1. Promuevan un estado fuerte frente a criminales, corruptos y traidores. El que la haga, que la pague. No se puede razonar con sinvergüenzas.
2. Den ejemplo. Tonterías y gastos innecesarios, los justos. O sea, ninguno.
3. Modifiquen la ley electoral. Hagan una ley justa, porque la que hay no lo es.
4. Si han de modificar la Constitución, háganlo en el momento debido, tras las elecciones constituyentes dimanadas de esa nueva ley electoral justa y no antes.
5. Valoren los costes de lo que hacen y quién va a pagarlos.
6. Supriman toda suerte de subvenciones a partidos políticos y amigotes.
7. Revisen los salarios de todos los cargos políticos con una ley que impida autoasignarse sueldos a los mismos.
8. Exijan una mínima preparación a los políticos y limiten al mínimo indispensable los asesores, por ley. Un ayuntamiento no puede tener tantos asesores como funcionarios, por ejemplo. Siguiendo con el ayuntamiento, por ejemplo, por cada millón de habitantes, un máximo de cinco. Y en los ayuntamientos pequeños, ninguno.
9. Eviten duplicidad de funciones: o diputaciones o autonomías, pero no ambas cosas, por ejemplo.
10. Garanticen un mínimo asistencial en sanidad, docencia, seguridad, transportes, etc., así como en investigación. Un país que no investiga se empobrece rápidamente en una progresión geométrica impresionante.
Bien, eso como mínimo. ¿Cuántas de estas diez cosas se han cumplido en los últimos veinte años…? Mucho me temo que ninguna.
Por eso, los tiempos y costumbres que nos están tocando vivir, en lo político son deleznables. Eso sí, no todo es política, a Dios gracias. Si no, sería para volverse uno loco.
Francisco Hervás Maldonado - Coronel Médico