
Articulo de opinion que nos envia nuestro colaborador Francisco Hervás Maldonado, interesante y siempre claro.
MÁS DE LO MISMO
La Unión Europea, en su infinita misericordia ha decidido hace tiempo aligerar las cárceles de presos. Para ello, hábilmente, han optado por pasar a todo el mundo por un mismo criterio, es decir: medir por el mismo rasero al asesino que al ratero, al genocida que al conductor imprudente, al pederasta que al indisciplinado. Esto es algo más que un escándalo. Y lo es porque esto lo sabía el gobierno desde tiempo ha, y ni los socialistas ni los populares han movido un dedo para corregir la legislación hasta muy recientemente. Eso sí, los salarios de los funcionarios – que nos defienden y protegen, dicho sea de paso – los han bajado, congelado y siguen congelando con frenesí, han quitado una paga extraordinaria, han subido todos los impuestos municipales (miren la variación del IBI o la tasa de recogida de basuras en los últimos ocho años), los estatales y los autonómicos. Y están rampantes para efectuar un subidón de la plusvalía de las viviendas a partir del uno de enero próximo. No han rebajado el número de políticos y asesores innecesarios (un 90% y creo que me quedo corto). La corrupción en España ha llegado a cotas insospechadas. Incluso los que se las dan de puros – caso de Podemos – están tanto o más corrompidos que los demás, según leemos en la prensa y vemos en las noticias de la televisión. ¿Será cosa del clima?
Pero vamos a lo que vamos: la suelta de los asesinos con las condenas a medio cumplir. Es que ni en la Audiencia Nacional se ponen de acuerdo, pues una sala dice que sí y otra dice que no. La podredumbre gestora es tal que ya no te fías de nadie, ni de los actuales ni de los venideros. Insisto: ¿será el clima o la alimentación? Eso sí, a las víctimas de sus asesinatos, que les vayan dando, pues hoy por hoy no se manifiestan los cadáveres, aunque pronto lo harán, tal como nos relata ese bello poema:
“Y cuando en la hispana tierra pasos extraños se oyeron, hasta las tumbas se abrieron, gritando ¡venganza y guerra!”
Les recomiendo la lectura del poema completo, “Oigo Patria tu aflicción…”, del gran Bernardo López García, a propósito del 2 de Mayo. Y es que ese dos de mayo ya se ve venir. A los españoles no nos gusta nada que nos lleven la vida desde fuera, y nos la están llevando. Si alguna vez tienen ocasión, dense un paseíto por la ciudad de Estrasburgo, o por Bruselas, que tanto da. Verán edificios suntuosos como símbolo de la Unión Europea, unión que no existe ni en los papeles, puesto que todo no es más que un simulacro para que la casta política viva en un estatus de fabulosa indolencia y trinque. Por tanto, estas uniones apócrifas ya van tocando las narices a más de uno, de manera que proliferan los grupos antieuropeos en todas partes. Y esa es una buena parte de la culpa de que los catalanes quieran ser independientes. Lo que quieren es que este sistema de robo institucionalizado desaparezca. Lo malo en este caso es que al salir de Málaga, entrarían en Malagón, pues sus políticos no es que sean voraces, es que son la voracidad con patas. Solo quieren trincar y trincar, según estamos viendo con múltiples ejemplos.
En el ínterin, los asesinos a la calle. Eso sí, les dirán que no maten, que ya el Estado les larga una pensión para que se entretengan en sus cositas. Y las viudas y huérfanos, las madres a quienes les han matado a sus hijos, los padres amargados por la pérdida de aquellos a quienes más querían, esos… que se jo…
Pero hay otros matarifes sueltos desde siempre: los que practican los abortos. ¿Sabían que algunos fetos chillan cuando los matan? ¿Sabían que en muchos casos les cortan el cuello con una cizalla, para ahorrar fármacos? ¿Sabían que la inmensa mayoría de las pobres mujeres, a las que les matan a sus hijos, sufren estados de ansiedad o depresivos que les duran toda la vida? Es vomitivo que se pretenda costear eso con el dinero público. Con mis impuestos no. No lo voy a consentir. Estoy dispuesto a llegar a donde sea. Cualquiera de nosotros podría haber sido una de esas pobres criaturas. Y por un puñado de votos, se incumple el programa electoral. Insisto: vomitivo.
¿Pero es que nos hemos vuelto locos? ¿Es que no nos damos cuenta de que estamos todos jugando a diosecillos de vía estrecha? La verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero, que nos contaba Machado en su Juan de Mairena. Incluso ya en la antigüedad se decía aquello de que “la mujer del César no sólo ha de ser honesta, sino parecerlo”, según decía Julio César, costándole a su segunda esposa, Pompeya Sila, el divorcio, pues el joven Publio Clodio Pulcro, en la fiestas de la Bona Dea (la buena diosa) se introdujo vestido de mujer en la casa de César, con objeto de seducir a su esposa. Fue descubierto y procesado por profanación, aunque César no aportó en el juicio ninguna prueba contra él. Eso sí, se divorció de su mujer, tras pronunciar la famosa frase antes dicha. Pues bien, señores políticos, señores jueces, señores fiscales, etc., no solo han de ser honrados ustedes, sino también parecerlo. Ambas cosas, ¿eh?, no solo la segunda.
Me avergüenza vivir en un mundo en el que la maldad sea la norma, un mundo en el que la arbitrariedad sea una constante, un mundo en el que se sojuzgue a las personas más capacitadas en cuanto que sean honradas. Aquí se impone la maldad, porque se impone el egoísmo, la avaricia, la voracidad… El amor ha pasado a no ser más que una palabra que se limita al sexo. No defendemos la especie, no defendemos a las mujeres, las estamos haciendo canallas, como los hombres ídem. Yo quiero un mundo con mujeres magníficas y hombres espléndidos, un mundo lleno de amor y justicia, un mundo donde seamos capaces de compartir y no de robar, un mundo de alegría, de optimismo, de fortaleza. No puede haber fortaleza sin honradez. Solo caben crímenes, que simulan fortaleza, pero no son más que la expresión de una grandísima debilidad. El criminal es cobarde y débil, porque no es capaz de progresar con métodos limpios. El criminal es, por definición, un inútil.
Yo les propondría a los señores políticos el cambio del escudo de España por otro que mejor les iría: un dedo rampante en campo de gules, con un ribete sangrante, que es más acorde a sus amenazas. Eso sí, a esa bandera no juramos obedecerla y tendríamos todos que tomar otras medidas.
Francisco Hervás Maldonado Coronel Médico en la Reserva